Algunas reflexiones sobre las lenguas indo-europeas
Ma. Elena Jaroma Blanco
ENP Plantel 6 “Antonio Caso”
Uno de los principales medios a través de los cuales nos comunicamos es por el lenguaje. En el mundo existen cerca de seis mil lenguas1, cifra que nos muestra la riqueza a la cual podemos tener acceso. Desde luego, este hecho implica que, sea por necesidades laborales o por gusto, alguna vez nos enfrentamos al reto de introducirnos a nuevos códigos lingüísticos.
La adquisición de una lengua extranjera conlleva una serie de retos; el más difícil, quizá, sea el comprender la gramática. Si bien es cierto que es la parte más árida, también lo es que resulta imprescindible su dominio, pues es el sostén de cualquier idioma.
De ordinario, cuando comenzamos la aventura lingüística y nos enfrentamos a la gramática, solemos percibirla como algo incomprensible, poco accesible y compleja. En efecto, lo es. Sin embargo, puede haber circunstancias favorables para simplificar determinados conceptos y estructuras aparentemente difíciles, particularmente si nuestro interés se centra en aprender un idioma emparentado con nuestra lengua materna, sobre todo si ésta es de origen indo – europeo, pues es una de las familias lingüísticas más grandes. Lenguas que con frecuencia estudiamos o escuchamos como el inglés, alemán, italiano, francés, portugués, polaco, latín, griego, entre otras pertenecen a esta familia, en consecuencia contarán con analogías gramaticales significativas. Por una parte, desde el punto de vista genealógico, el español, italiano, francés, catalán o portugués son romances, provienen del latín vulgar; el inglés, alemán, sueco y holandés descienden del germánico; el ruso, el checo o el polaco provienen del eslavo. El latín vulgar, el germánico y el eslavo descienden a su vez de una protolengua llamada indo – europea. De esta manera, podemos ver entonces que lenguas tan aparentemente lejanas como el español y el polaco resultan ser parientes que conservan el “aire de familia”.
1 Cifra proporcionada por la UNESCO
Como pequeña muestra observemos el siguiente cuadro, en donde comparamos una raíz indo –
europea, conservándose a través del latín, español, francés, inglés, alemán, y polaco.
En fin, la lista sería interminable, pero podemos apreciar cómo esta antigua raíz se mantiene en otras lenguas, con cambios vocálicos o consonánticos pero con el mismo punto de articulación; por ejemplo el número dwou, conserva las consonantes dentales, la raíz de swesor, con consonante silbante permanece, así como la consonante nasal de meinos.
Ahora bien, desde la perspectiva morfológica, lo que resulta el quid de estas reflexiones, es que muchas de estas lenguas son de flexión; éstas a su vez pueden ser analíticas (expresan sus funciones gramaticales a través de preposiciones) o sintéticas (se declinan, expresan sus funciones gramaticales con desinencias), pero básicamente forman sus palabras con raíces y morfemas. Esta particularidad da lugar a grandes similitudes sintácticas y de concordancia, en la morfología, en las categorías gramaticales, en las funciones gramaticales de la oración, y en algunas estructuras sintácticas. Por ejemplo: entre el lat. Meus pater – mea mater / al. mein Vater – meine Muter / pol. mój ojciec – mója matka, hay una concordancia entre el adjetivo posesivo y el sustantivo en cuanto al género y al número; aquí llama la atención que en muchas lenguas indo – europeas la desinencia femenina sea en alternancia –a /-e, mientras que la desinencia masculina tiende a perderse o tener una alternancia en –o / -u / -i. En griego, la desinencia femenina en gran número de sustantivos es en - o en - el masculino es en - s s; en italiano, es en –a, pero su plural es en –e, figlia / figlie, la desinencia masculina, es en –o / -i figlio / figli, en polaco el femenino es en –a, masculino –i: droga / drogi.
El español tiene diferentes categorías gramaticales como son el sustantivo, adjetivo, artículo, verbo, preposición, conjunción, etc. Esto mismo ocurre en latín, inglés, alemán y polaco: lat. Tabula – nigra - est / esp. el – pizarrón – es – negro / al. Die – Tabele - ist - schwarz / pol. Ta – tablica - jest - czarny. En cuanto a la sintaxis tendremos también analogías: una oración simple se forma de sujeto / verbo / complemento: esp. Ésta es mi mamá; ingl. This is my mother; al. Die ist meine Mutter; pol. Ta jest mója matka, en donde el sujeto es: ésta – this – die – ta; el verbo, concordando con el sujeto en singular: es – is - ist – jest y un predicado nominal: mi mamá – my mother; meine Mutter; mója, matka presentan una estructura equivalente.
La morfología verbal es muy similar también en estas lenguas, si bien el paradigma verbal de las lenguas romances es mucho más variado y complejo que el de las lenguas germánicas, y aunque un tanto más parecida a las lenguas eslavas, no deja de haber una estructura familiar. Las desinencias personales cambian. Analicemos el siguiente cuadro con la conjugación del verbo ser.
Queda claro entonces que un gran número de lenguas que actualmente escuchamos o que nos interesan son parientes, unas más cercanas que otras, pero indudablemente, en el árbol genealógico, están emparentadas por medio de una “tatarabuela lingüística” común. Es conveniente, cuando se desea aprender alguna de estas lenguas, tener la idea de que estamos conociendo a una “prima lingüística” o quizá a una “hermana”, con su propia personalidad, pero a final de cuentas tenemos rasgos propios de nuestra “familia”. Insisto en la necesidad de hacer analogías cuando se aprende una nueva lengua: el código gramatical puede estar mucho más cercano de lo que creemos. A final de cuentas, si estamos conscientes de nuestro propio código gramatical, me refiero a la lengua materna, veremos que nuestra mente comenzará a reconocer estos esquemas, pues en realidad ya los conoce, lo cual a todas luces será una ventaja. Aún cuando se desconozca determinada lengua, si es de flexión ya se tendrá una idea general de cómo podrá funcionar: la decodificación se irá dando de manera natural.
Definitivamente, entre más lenguas de flexión se conozcan, más apertura habrá para aprenderlas y resultará incluso una experiencia lúdica el compararlas, tal como acabamos de hacer. Entonces el estudiante comprobará que comienza a moverse en un campo conocido, las mentes aceptarán más fácilmente estos esquemas gramaticales y todos los interesados tendrán nuevas oportunidades de comunicación.
BIBLIOGRAFÍA
Miska, k. Jean, Polska Mowa, (Polish languages for beginners), Polish Techers Association in America, Chicago 1971. Karolak, Bisko – Kryn´sky, Wasilewska, Mówimy po polsku, --wiedza powszechna, Warszawa 1979.
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