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Artículo 05

Volumen 01

                   La sistematización en el tratamiento lexicográfico de las onomatopeyas en la versión electrónica de la 21ª edición del DRAE


Claudia Cecilia Baez Barrientos

 

ENP Plantel 6 Antonio Caso”

 

 

 

El diccionario es una de las herramientas básicas con las que contamos en la enseñanza de lenguas, tanto materna como extranjera; sin embargo, en la mayoría de los casos el acercamiento que tenemos a éste resulta intuitivo debido a que si bien los profesores nos motivan constantemente a consultarlo, en escasas ocasiones nos indican detalladamente cómo utilizarlo. En consecuencia, los usuarios realizamos una búsqueda alfabética con el propósito de solucionar rápidamente  nuestra  duda,  así  que  nunca  leemos  un  diccionario  de  la  misma  manera  que hacemos con cualquier otro libro: por el principio; es decir, pasamos de largo la introducción sin familiarizarnos con sus propósitos, metodología, abreviaturas.

 

 

En   vista   de   que   utilizamos   el   diccionario   prácticamente   de   manera   intuitiva,   resultaría indispensable que cada una de sus entradas guardara sistematización en relación con las otras, pero ¿hasta qué punto se cumple este aspecto? Por lo general, la entrada de una palabra incluye determinados datos ordenados de la siguiente manera: palabra, categoría gramatical, etimología, definición, especificaciones de uso, ejemplos y locuciones; las entradas presentarán variaciones dependiendo el tipo de diccionario (normativo, descriptivo, ideológico, onomasiológico).

 

 

Sin duda el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) es uno de los diccionarios más consultados y representativos del español por ser normativo; es decir, contiene todas las palabras reconocidas como correctas en español, así que revisar la sistematización con la cual aborda cada una de sus entradas resultaría, desde luego, una labor exhaustiva, por lo cual escogeremos un elemento espefico y analizaremos cómo es abordado. El elemento propuesto será la onomatopeya, debido a que a pesar de que las palabras procedentes de ésta no conforman una categoría gramatical, es un atributo que se destaca como información importante dentro de la entrada debido a que las palabras pueden formarse por tres tipos de motivación:


 

 

1. Motivación Fonética. Nombra algún aspecto de la realidad de acuerdo con el sonido que emite, exclusivamente abarca las llamadas onomatopeyas: berrear voz que emite el becerro’.

 

 

2. Motivación Morfológica. Una palabra puede ser analizada en sus morfemas componentes, los cuales significan algo por solos; por lo tanto, el significado de algunas palabras podrá ser deducido mediante analogías. Este grupo incluye tanto las palabras compuestas (sacapuntas) como las derivadas (lechero)1.

 

 

3. Motivación Semántica. La denominación de un aspecto se extiende a otro por guardar cierta semejanza en el significado, se trata de expresiones de carácter figurativo. La metáfora (capa) y la metonimia (petirrojo) son ejemplos de este proceso2.

 

 

El DRAE define onomatopeya de la siguiente manera:

 

(Del latín onomatopoeia, y éste a su vez del griego τοf. imitación del sonido de una cosa en el vocablo que se forma para significarla. Muchas palabras han sido formadas por ONOMATOPEYA. // 2. El mismo vocablo que imita el sonido de la cosa nombrada con él. // 3. Ret. Empleo de vocablos onomatopéyicos para imitar el sonido de las cosas con ellos significadas.

 

 

De acuerdo a esta definición nos topamos ante la disyuntiva: se trata del proceso de formación de una palabra que imita sonidos o es la propia palabra formada; es decir, cuando hablamos de onomatopeyas ¿nos referimos al proceso o al resultado? El proceso de adaptación de una onomatopeya atraviesa por cuatro etapas:

 

 

1. Audición. Es un proceso exclusivamente fisiológico, depende de las condiciones del aparato  receptor  de  cada  oyente,  por  lo  que  dará  lugar  a  un  sinfín  de  distintas percepciones.


 

El primer caso se refiere a aquellas palabras que pueden descomponerse en dos o más elementos que conservan una autonomía, intuyendo el significado de la nueva forma si se conoce el de las palabras que la componen. El segundo se refiere a aquellas palabras que proceden de otra; a diferencia del caso anterior, se trata de elementos inseparables constituidos por un radical y un sufijo.

La primera se funda en una relación de semejanza entre los significados de las palabras que en ella participan, a pesar de que asocia términos que se refieren a aspectos de la realidad que habitualmente no se vinculan; en tanto

que la segunda es la sustitución de un término por otro cuya referencia habitual con el primero se funda en una relación existencial que puede ser de tipo causal, espacial o temporal.


 

 

2. Interpretación. El oyente intenta reproducir de manera oral lo que percibe de una sensación  fónica;  la  libertad  interpretativa  propiciada  no  conformará,  por  lo  tanto,  una unidad onomatopéyica.

 

 

3. Alfabetización. La sensación percibida es adaptada por el oyente al sistema fonético de una lengua espefica, una vez considerado que la imitación resulta productiva a las necesidades del idioma. Hay que recordar que nunca es una reproducción exacta sino una aproximación, que posteriormente también será incorporada a las convenciones gráficas de cada lengua.

 

 

4. Lexicalización. Una vez adaptada a las normas de reproducción y representación se introduce al sistema gramatical, o sea que se somete a leyes de fijación y transformación que varían según los parámetros de cada comunidad lingüística. Este último punto se da en varios grados, a fin de no provocar un desbordamiento de vocablos.

 

 

De entrada, podríamos pensar que la versión electrónica de un diccionario observa más sistematización que su versión en papel ya que actualmente existen bases de datos en las que vaciamos la información por campos y tan lo hay que dar un comando para que sean ordenados de determinada manera. Veamos cómo se aplica este supuesto en la 21ª edición del DRAE, la cual escogimos por ser la edición base para realizar su primera versión electnica.

 

 

Encontramos 373 palabras bajo el atributo onomatopeya, para su obtención es preciso realizar la búsqueda de la siguiente manera:

 

 

Ø cuestiones avanzadas

 

Ø cuestiones etimológicas

 

Ø fenómenos de formación

 

Ø onomatopeya

 

 

Una vez desplegada la lista y revisada cada una de las 373 entradas nos damos cuenta que su registro no ofrece sistematización ya que las entradas relacionadas  presentan las  siguientes

variaciones:

 

 

 

tipo

total

en etimología

en definición

1.   voz onomatopéyica

161        (43.16 %)

5         (1.34 %)

15         (4.02 %)

2.   de onomatopeya

108        (28.95 %)

0           (0 %)

108        (28.95 %)

3.   origen

onomatopéyico

48         (12.87 %)

0           (0 %)

48         (12.87 %)

4.   onomatopeya

19         (5.09 %)

12        (3.21 %)

7          (1.87 %)

5.   voz imitativa

19         (5.09 %)

1         (0.27 %)

18         (4.82 %)

6.   raíz onomatopéyica

4          (1.07 %)

0           (0 %)

4          (1.07 %)

7.   expresión

3          (0.80 %)

3         (0.80 %)

0             (0 %)

8.   de base

onomatopéyica

1          (0.27 %)

0           (0 %)

1          (0.27 %)

9.   de voz imitativa

1          (0.27 %)

0           (0 %)

1          (0.27 %)

10. formación

onomatopéyica

1          (0.27 %)

0           (0 %)

1          (0.27 %)

11. imitación

1          (0.27 %)

1         (0.27 %)

0             (0 %)

12. influencia

onomatopéyica

1          (0.27 %)

0           (0 %)

1          (0.27 %)

13. interjección

1          (0.27 %)

1         (0.27 %)

0             (0 %)

14. modificado por onomatopeya

1          (0.27 %)

0           (0 %)

1          (0.27 %)

15. onomatopéyico

1          (0.27 %)

0           (0 %)

1          (0.27 %)

16. voz que imita

1          (0.27 %)

0           (0 %)

1          (0.27 %)

17. voz semejante

1          (0.27 %)

0           (0 %)

1          (0.27 %)

18. sin atributo

1          (0.27 %)

0           (0 %)

0             (0 %)

 

 

Como se observa a simple vista, la versión electrónica de la 21ª edición del DRAE no guarda sistematización en la información que contiene cada entrada ya que ofrece 17 variantes para etiquetar el atributo onomatopeya; así mismo, tampoco observa sistematización en la distribución de la información ya que este atributo es indicado algunas ocasiones en la etimología y otras en la definición. Otro aspecto importante de mencionar, aunque no es indicado en la tabla anterior, es que de las 373 palabras obtenidas sólo en 109 casos (29.22%) se ofrece el radical onomatopéyico de donde procede la palabra, aportando 87 radicales.


 

 

De acuerdo a su significado, podemos agrupar el campo productivo de las onomatopeyas de la siguiente manera3:

 


 


Cabe mencionar que en 24 casos (6.43%) no se aporta el significado de la palabra, se remite a otra entrada que tampoco es definida sino nuevamente remitida a sinónimos que no son contemplados por el DRAE; por lo tanto tampoco se observa sistematización en este aspecto.

 

Una obra de la magnitud del DRAE desde luego no es elaborada ni revisada por una sola persona sino por un grupo que se reparte el trabajo; a pesar de que los criterios de elaboración se establecen desde un principio, no debe ser fácil controlar la sistematización de tantos volúmenes

 

 

3 Basado en la propuesta que hace Julio Casares.


de la versión en papel; sin embargo, como se mencio anteriormente, hoy día resulta fácil controlar este aspecto en las versiones electrónicas.

 

 

La versión electrónica de la 21ª edición del DRAE se distribuyó únicamente de forma comercial, en cambio la edición actual puede ser consultada libremente en Internet sin necesidad de contar con una suscripción como sucede con otros diccionarios; no obstante, hay que solicitar palabras espeficas ya que no permite una búsqueda avanzada por atributos como la que puede hacerse si se cuenta con el CD. Otra ventaja que ofrece el acceso público a Internet es la aportación de avances de las modificaciones que habrá en la 23ª edición.

 

 

En ninguna de las dos versiones recientes es corregido el aspecto de la sistematización; por otra parte, en la página de Internet no se ofrece acceso al prólogo de la 22ª edición. En conclusión, a pesar de la tecnología los usuarios continuaremos consultando una obra tan importante como el DRAE sin hacer conciencia del rigor que implica elaborar un diccionario y los propósitos que éste persigue.

 

 

 

 

BIBLIOGRAFIA

 

BAEZ BARRIENTOS, C. C. (1998) Motivación fonética. Las onomatopeyas en el español de México. Tesis licenciatura.

 

BUENO PÉREZ, M. L. (1994) "La onomatopeya y su proceso de lexicalización: notas para un estudio", Anuario de Estudios

Filológicos XVII, 15-26.

 

CASARES, J. (1959) Diccionario ideológico. Madrid: Gili Gaya.

 

COROMINAS, J. (1976) Diccionario Crítico Etimogico de la Lengua Castellana. Madrid: Gredos.

 

GARCÍA DE DIEGO, V. (1968) "Estudio de las voces naturales", Diccionario de Voces Naturales. Madrid: Aguilar, 1-107.

 

PONS I GRIERA, L. (1987) "Xinxirina, trap-trap. Aspects de la motivació fonètica en català", Studia in Honorem prof. M. de Riquer, II. Barcelona: Quaderns Crema, 165-177.

REAL ACADEMIA. (1995) Diccionario de la Lengua Española. 21ª ed. (CD). Madrid: Espasa-Calpe. REAL ACADEMIA. (2008) Diccionario de la Lengua Española. 22a ed.

http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=

 

SAUSSURE, F. de. (1945) "Principios generales", Curso de Lingüística General. 13a ed. Buenos Aires: Losada, 127-172.

 

PLATÓN. (1998) Cratilo [Trad. U. SCHMIDT OSMANCZIK]. xico: UNAM (Bibliotheca Scriptorvm Grecorum et Romanorum

Mexicana).

 

ULLMANN, S. (1976) "Palabras transparentes y opacas", Semántica. Introducción a la Ciencia del Significado. 2a ed. Madrid: Aguilar, 91-130.




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